Adiós

Y esta vez, en lugar de agarrar pluma y libreta… agarro bocina y micrófono.

Estoy cansada de recibir tu constante rechazo, de escuchar tus insultos y su tono condescendiente en cada sílaba y de aceptar todas esas palabras ajenas como un retrato en colores oscuros de mi persona.

De escucharte decir que no te merezco.

No. No soy quien crees.

Estoy cansada de escucharlos jurar saber mis pesares y mi padecer; como si mi historia estuviera escrita en mi rostro y tallada en mis manos… ¿quién sois para aclamar saber lo que siento y por lo que he pasado?.

No. He sufrido y me he flagelado más de lo que podrías imaginar.

Pero callarte no me cansa. Hablar alto y fuerte sobre lo que siento, gritar a todo pulmón lo que pienso, y despedirme de otros como tú… no me cansa

¿Por qué despedirte? Os preguntaréis

Cuando casa espacio lleno de afonía y traición se libera, da lugar al respiro, calma y armonía. Cada voz negativa que sale de mi cabeza, da entrada a frases de aliento; y cada adiós… trae consigo el renacer de un antiguo y muerto sentimiento.

Adiós, estimado amigo.

El lienzo

Blanco, café asfalto, rojo, verde, salmón… lleno mi paleta, mis pinceles, mis manos y mi cuerpo entero de colores mientras busco plasmar mis sentimientos en un lienzo; mientras busco dejar de extrañarte tanto.

El color en mis manos y piernas me lleva de visita a todos esos momentos en los que rocé tu piel con la mía; dejando en ella tus huellas de timidez y cariño… tu calidez al roce de tus manos con mi torso.

Dos días ya… no quiero lavar tus huellas de mi cuerpo; no quiero lavar estos colores de mis manos.

Cada pintura que termino me recuerda a ti; cada pintura que termino te plasma a ti.

Cariño… cada color que acaricia mi pincel, eres tú.

¿Será que algún día podré dejar de pintarte?… ¿de pensarte?

Tal vez mi lienzo dejaría de tener color si lograses salir de mi mente… tal vez mis piernas cambiarían a tener únicamente manchas grises si dejase de pintarte; o tal vez, sólo tal vez… no volvería a tocar un pincel.

No me dejes, Septiembre

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Y así termina el día; otro excelso día de Septiembre. Todo termina con una fuerte lluvia y un cielo escondido detrás de la blanca neblina teñida de azul. ¿A caso esto que siento hoy, al ver tan hermosa escena, lo sentiré de nuevo algún día?; A veces me pregunto si he descubierto un nuevo sentimiento o es simplemente que desconozco los propios.
En fin, ¡qué hermoso es Septiembre! ¿No es así?. Si este mes fuera una persona, sería el ser más noble y cálido en su ser, pero frío en expresiones; tendría la habilidad de calmar tus miedos con un abrazo y de eliminarlos por completo con un beso; tendría la mirada más profunda y acogedora del mundo y el alma completamente virgen; sus pensamientos destacarían entre los otros y su corazón tendría más valor que el oro. Ojalá encuentre a mi Septiembre, mientras tanto… no me dejes, Septiembre; no me dejes en la larga espera de un año para volverte a ver.Y así termina el día; otro excelso día de Septiembre. Todo termina con una fuerte lluvia y un cielo escondido detrás de la blanca neblina teñida de azul. ¿A caso esto que siento hoy, al ver tan hermosa escena, lo sentiré de nuevo algún día?; A veces me pregunto si he descubierto un nuevo sentimiento o es simplemente que desconozco los propios.

En fin, ¡qué hermoso es Septiembre! ¿No es así?.

Me gusta pensar en este mes como una persona; sería lo más noble y cálido en su ser, pero frío en expresiones; tendría la habilidad de calmar tus miedos con un abrazo y de eliminarlos por completo con un beso; tendría la mirada más profunda y acogedora del mundo y el alma completamente virgen; sus pensamientos destacarían entre los otros y su corazón tendría más valor que el oro.

Ojalá encuentre a mi Septiembre, mientras tanto… no me dejes, Septiembre; no me dejes en la larga espera de un año para volverte a ver.

Será nunca

Casi medianoche y yo aún oscilando entre dormir o dedicarte un verso más.

Sigo sin encontrar las palabras adecuadas para describir mi sentir, y hoy más que nunca parece haber menos páginas en mi diccionario, ahora que pude sentir tu piel; tan cerca de tus labios, pero no lo suficiente para poder besarlos.

Tus ojos me quitan el sueño; tu aroma, mi prudencia; tu sonrisa, mi cordura; y tu voz, mi aliento.

¿Cuándo será que comenzarás a darme de ti? ¿Será hoy?, me pregunté hace un mes; ¿será mañana?, me pregunté hace una semana; ¿será algún día? tal vez.

Tal vez; me repetía mientras fijaba mi mirada en tu pulida silueta.

Tal vez; me permitía soñar conforme te acercabas a mí con tu cálida sonrisa.

Pero no. No será nunca… me dije mientras volvía a poner mis pies en la tierra, cuando finalmente caía en la cruda realidad de mi existir. 

No, será nunca; me repetía sollozando mientras dejaba la ciudad, el estado… y a ti consigo.

Bahúl de los recuerdos

Un año ya… Cómo pasa el tiempo; cómo pasa arrastrando todo consigo, dejando tan sólo un melifluo sabor de boca, un perpetuo recuerdo.

En mi percepción del tiempo, fue tan sólo ayer cuando charlaba contigo sobre la relatividad del universo y la grandiosa e inefable magnitud de la mente humana. Tan sólo ayer, mismo lugar, misma luna.

Es un poco extremo sentir como todos aquellos momentos, que alguna vez fueron vivencias agudas tomadas como el presente; hoy son tan sólo vagos recuerdos de sensaciones y sentimientos; cada vez más vagos, más distantes, menos pormenorizados. Como si en un abrir y cerrar de ojos, el tiempo hubiese decidido concluir con un año entero; dejando atrás, como nuestro actual pasado, todo lo considerado existente y real en ese entonces.

Pero…¿Qué hay de esas palabras tan tajantes que dije aquél día? ¿Qué hay de esos sentimientos tan potentes que quemaban mi ser abrasando mi alma y dejándome en cenizas en esa esa distintiva noche de viernes?

¿Qué hay de las emociones que expresaba día a día al ocultar mis pensamientos producto de tan absurda limerencia?

Pero lo más importante: ¿Qué será de mis pensamientos e imágenes sujetas a mi hipocampo de aquél día? ¿A caso todo lo que lleguemos a llamar “presente”, terminará por ser un recuerdo destinado a ser víctima de la desmemoria?

¿Será que seremos tan desafortunados para perder estos bellos momentos en el tiempo, hasta reducirse a cajones abandonados, polvoriento y arrinconados dentro de lo más profundo de nuestra memoria?

Es sorprendente voltear y ver nuestra película correr, olvidando escenarios y repitiendo diálogos como creemos que sucedieron.
Cada vez recordando menos, cada vez más erróneos, más distorsionados, menos detallados, menos caras y menos versos.

Cómo el sonido de una voz familiar puede terminar por sonar ajena; las palabras terminar tan distorsionadas, y las imágenes… cada vez más borrosas

Cuán valioso es apreciar el presente y preservar el pasado.

Cuán relativo es el tiempo, y qué desafortunados somos al verlo absoluto e infalible…